Robin
Dunbar, el antropólogo evolutivo me ha enseñado una cosa muy sencilla, muy
pequeña, pero poderosa, y es ahí donde va mi tesis de hoy. Nos explica como en
la cotidianidad, la vida laboral está regida por un perfil. Es decir,
dependiendo del perfil de la persona está establecida la cantidad que se gana
dinero. Y, ¿porque pasa esto? En las compañías grandes del mundo rige un fenómeno
muy conocido llamado el nepotismo, o como lo conocemos mejor, la rosca. Donde
el puesto de una empresa no siempre será entregado al mejor calificado, aunque
lo describan de esa manera y le exijan a la persona que solo está invitado si
tiene el respaldo, sino es entregado gracias a unas relaciones estrechas que
puede tener uno de los aplicantes con la empresa. Siguiendo, hoy en día, nos
dice Dunbar, las compañías más grandes del mundo están establecidas con una
competencia interna la cual omite al compañerismo dentro de ella y hasta puede
hacerla más exitosa, porque aunque el compañerismo no está, el esfuerzo y la
dedicación por ser el mejor hace que hagan las cosas bien. Esto se da gracias a
que están establecidas jerárquicamente, donde para llegar al tope hay que
escalar.
Todo
esto pueden ser conductas humanas normales, donde es muy normal ver un comportamiento
de sobrevivencia en la sociedad y por esto puede crearse una competencia. Lo
que no responde todavía Dunbar, y es un problema es cuando nos dice que en el
mundo, los hombres altos con el mismo puesto de trabajo a otro bajito va a
tener un salario más alto no por sus capacidades sino por su altura y gracias a
sus genes “maravillosos”, lo que vemos como el Complejo Napoleónico. Napoleón
era un personaje bajito, en el cual veían inferioridad, y dicen que en parte
era por esta razón por la que buscaba tanto poder. Y como empieza el blog lo
termino, hasta las cosas sencillas pequeñas, pueden ser poderosas y un salario
no puede depender de su estatura.