No es secreto que Colombia llego en un punto a ser controlado como
un títere por narcotraficantes astutos y sin fronteras los cuales tenían como
costumbre una misma premisa para llevar todo a cabo, y eran dígitos seguidos de
infinitos ceros que solo conocían una respuesta y era "sí". Con este método
de persuasión, carteles como el de Medellín con Pablo Escobar y el de Cali, con
los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela llegaron a formar parte de la
élite del país y tomar parte importantes decisiones que iban a afectar el
futuro del país.
Aunque se diga que su método era llenar de
ceros los cheques, siempre había un plan b para el personaje negociante que se
atreviera a ignorar las exquisitas propuestas entregadas por los capos. Lo que
al principio se entendía como un "está bien, puede irse", era una
despedida no solo del negocio incompleto, sino un adiós permanente, un
asesinato predeterminado.
Bajo estos términos de negociación, es, en
mi opinión, un jaque mate al cual los colombianos no tenían como responder, una
pregunta sin respuesta, en donde para la sociedad era algo muy nuevo. La manera
como el dinero se derrochaba no era, y no sigue siendo algo del común, en donde
mezclado con el poder y la violencia se convierte en un villano incontrolable.
No se creía capaz tanta intimidación, y al no estar preparados desde un
principio de semejante fenómeno, en donde llegamos a albergar a los asesinos más
buscados en el mundo, se veía ya escrito. Aunque era muy chiquito en ese
entonces, con los relatos de familiares que decían que en ese entonces era
peligroso salir de la casa a cualquier lado, lo que me hacía pensar en una
ciudad fantasma, en el cual los que se mostraban eran porque estaban obligados
a salir a dar la cara y eras simplemente títeres del narcotráfico.
Aunque si existan personajes que tiene la
culpa de formar parte de estas empresas ilegales, y que son de los encargados
en tener al país como esta hoy en día, también hay un lado que cree que en el
momento de la "transacción" o en el momento de venderle el alma al
diablo era muy difícil tomar otro camino. Si me llega un personaje como Pablo
Escobar y me dice amablemente que si por favor lo menciono de algún modo en
cualquier medio para apoyarlo en política, con un tono común y corriente, no es
tan sencillo bajarle la cabeza y seguir adelante con mi vida. Siempre hay dos
lados de la historia y como uno tiene un punto de vista, tiene que entender que
hay más maneras de verlo.